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Tal vez les ha sucedido que, después de jugar un buen rato y estar ocupados en sus asuntos de niños, eventualmente llega la calma, se crea un silencio y comienzan a pensar en todo aquello que les rodea. Este tipo de pensamientos suelen tambien llegar cuando se han metido en la cama y aún están despiertos. Es algo que puede llegar en el verano, al estar en un campamento cerca del fuego o en el banco de un río cerca del agua.
Pero es más común que se piense en éstas cosas cuando se está observando el cielo estrellado. De repente llegan a la mente las siguientes preguntas: ¿qué es el Universo? ¿para qué existe? ¿Qué es la vida? ¿existe en algún otro lugar en éste cosmos infinito, o solamente en nuestra Tierra? ¿para qué vive el hombre? ¿tienen nuestro nacimiento y vida algún significado? ¿existe vida en la Tierra? ¿es la vida eterna o no? ¿qué es el alma humana? ¿es ésta realmente inmortal como la fe lo asegura? ¿o es la inmortalidad un invento o sueño de la gente?
Estas preguntas parecen ser simples, pero existe un hecho muy interesante: Hace miles de años, nuestros ancestros se hicieron las mismas preguntas y trataron de encontrar las respuestas a las mismas. Hoy en día, no solo los niños buscan respuestas, sino también los adultos.
¿Por qué es tan persistente la gente? Sucede que hay mucho más de lo que nuestros ojos ven. Se ha descubierto que nuestra vida será tan buena como las respuestas que demos a éstas preguntas. Estas respuestas son la forma en que vemos al mundo, nuestro particular punto de vista. Desde hace miles de años y en todas las épocas, la gente ha tenido un punto de vista particular. A principios del siglo pasado muchos científicos supusieron que el punto de vista de nuestros ancestros era muy primitivo e inútil.
Sin embargo, hoy en día, en pleno siglo 21, los científicos están comenzando a entender que nuestros ancestros de hace miles de años tenían una mente maravillosa que estaba unida con la naturaleza. Utilizaban los recursos naturales de una manera muy razonable y no destruían el medio ambiente. Pero nuestros contemporaneos, quienes aparentemente tienen «progreso» y «avance científico» se han dedicado durante las últimas décadas a destruir la Naturaleza de una manera tan grande que la Tierra está a punto de dejar de existir; los ríos y mares están contaminados; el aire está envenenado; las plantas y animales están muriendo; la gente se está enfermando y muriendo de una forma que antes no sucedía; la tierra que nos alimenta se ha envenenado con deshechos industriales y sustancias químicas. Y la causa de todos éstos problemas son las falsas respuestas que la ciencia ha dado a las preguntas antes mencionadas y sobre todo a la pregunta más importante de nuestra vida: La causa de nuestra tragedia es que no entendemos cual es el significado de la vida.
Queridos niños, en éste libro trataremos de encontrar las respuestas correctas a éstas preguntas tan importantes. Hagámoslo juntos.
Estamos tan acostumbrados a todo lo que nos rodea que ni siquiera nos damos cuenta de los milagros que suceden al rededor nuestro. Resulta que los seres humanos no somos los únicos en éste mundo que poseemos inteligencia. Tomemos por ejemplo a las plantas. Tal vez ustedes, amiguitos, tendrán alguna planta en su balcón, en la ventana de su cuarto, o en su casa, aunque a veces parece que no le prestamos la atención suficiente. A veces sus padres les piden que las rieguen y ustedes lo hacen, pero suelen olvidar hacerlo cuando no se los piden.
Tratemos de actuar de una forma distinta. Tratemos de hablar con las flores como lo hiciéramos con cualquier criatura viva. Tratemos no solo de ponerles agua y de hablar con ellas, sino de enviarles buenos pensamientos, buenos deseos, de manera que se sientan cómodas y alegres de crecer en nuestra habitación; y verán que la planta les entiende y ciertamente responderá a todos sus pensamientos, crecerá más rápido, dándoles una respuesta de amor, la planta incluso florecerá más rápido de lo normal. Esto sucede porque las plantas tienen un cierto nivel de inteligencia y nos pueden sentir.
Al caminar en el bosque o en el parque se encontrarán con grandes nidos de hormigas. Estos pequeños insectos pueden sorprendernos mucho más de lo que lo hacen las plantas, ya que poseen un gran nivel de inteligencia. Ese nido de hormigas es una representación de una ciudad real, en la cual sus habitantes se ocupan de una actividad particular. Cada hormiga tiene su propio trabajo. Algunas de ellas buscan comida; otras construyen nidos; otras más son guardias que no permiten la entrada de hormigas extrañas.
La vida dentro de una colmena de abejas es maravillosa. Los científicos descubrieron que las abejas pueden incluso hablar entre ellas mismas. Su idioma es el idioma de la danza; y de esa forma enseñan a otras abejas a volar hacia flores distantes donde se encuentran grandes cantidades de polen. La inteligencia de los insectos es mucho más refinada que en las plantas, pero en el caso de las aves, la inteligencia es aún más refinada. Estas pueden construir nidos, proteger a sus críos y enseñarles a volar; y en el otoño, éstos crios podrán volar sin necesidad de utilizar un mapa ni una brújula. En la primavera regresarán al lugar donde nacieron y encontrarán los nidos vacíos.
Pongamos nuestra atención ahora en los demás animales y en nuestras mascotas. Aunque tenerlos en casa a veces es peligroso. Tomemos el ejemplo de un gato o de un perro. Dense cuenta que su conducta está llena de razonamiento. Un perro tiene la capacidad de entender palabras, preguntas, e incluso leer pensamientos. Tiene una gran sensibilidad ante el amor humano. Al defender al ser humano, el perro puede incluso estar dispuesto a morir por salvar la vida de su amigo. Pero los gatos, por el contrario, son animales obscuros y vampirezcos. Los poderes de las tinieblas hacen creer a la gente que los gatos son buenos y serviciales, pero no son buenos para la salud ya que roban la energía vital de sus dueños, lo cual ocasiona enfermedades y en algunos casos hasta la muerte.
La inteligencia de los seres humanos es, desde luego, muy superior al razonamiento de las plantas, insectos, aves y de todo tipo de animales que habita sobre la Tierra. No hay en el cosmos ningún otro animal que pueda perfeccionar la vida y el alma, excepto el hombre. Este es el único que puede formularse las preguntas antes mencionadas y encontrar él mismo las respuestas.
Queridos niños, vayamos más adelante y preguntemonos lo siguiente: ¿acaso la Naturaleza se limitó al crear tal variedad de mentes (desde una planta hasta un hombre)? ¿es el hombre que hoy conocemos el límite máximo de la evolución de la Naturaleza?
Nuestros ancestros más antiguos ya han dado respuestaa éstas preguntas y aceptaron la existencia de Seres Divinos con inteligencia mucho más superior. ¿Estaban ellos en lo correcto? Si existieran éstos Seres Divinos, de seguro el hombre tendría que enfrentarse a ellos alguna vez.
Las leyendas de nuestros ancestros nos hablan de tiempos de prosperidad sobre la Tierra, en los cuales hubo Dioses que vivieron en medio de la gente, los ayudaron y les dieron conocimiento.
Durante mucho tiempo, esto se consideró fantasioso, pero en el siglo 20 se hicieron grandes descubrimientos, los cuales ocasionaron un cambio en la forma de ver e interpretar éstas leyendas. Por ejemplo, se hicieron descubrimientos en el conocimiento astronómico ancestral. Algunos científicos encontraron que hace 5 o 6 mil años, la gente de Mesopotamia conocía no solo a los otros ocho planetas del sistema solar, sino que podían también calcular la distancia y duración de sus órbitas.
En aquella época no se poseían instrumentos astronómicos y ni siquiera se conocía la ciencia que hoy conocemos como mecánica. Los Mayas, que vivieron en el continente americano utilizaban un calendario mucho más preciso que el que utilizamos hoy en día.
Los Doghons, una tribu africana, conocían la segunda estrella invisible en la constelación de Sirius, así como su período de cincuenta años en su órbita alrededor de ésta constelación. Sin embargo, la ciencia moderna, con ayuda de potentes telescopios, descubrió hace muy poco tiempo ésta misma información, que los Doghons ya habían descubierto hace miles de años, cuando no tenían ni siquiera lentes de aumento.
Las culturas ancestrales también conocían las tecnologías contemporaneas. Por ejemplo, los arqueológos han descubierto restos de baterías eléctricas (pilas) muy rudimentarias y antiguas. Sin embargo, al ser llenadas con agua salada del mar, éstas mismas baterías comenzaron a funcionar y produjeron electricidad. Esto demuestra que en épocas muy antiguas la gente ya conocía la electricidad y solían utilizarla para sus trabajos de orfebrería, mientras que nuestra ciencia moderna descubrió la electricidad apenas en el siglo 19 (hace muy poco tiempo). Los científicos han descubierto que al finalizar la Era del Bronce se comenzó, casi al mismo tiempo, la práctica de fundición del bronce en distintas partes del planeta.
Todo parece indicar que diferentes culturas de nuestro planeta aprendieron prácticamente al mismo tiempo procesos muy complicados para manejar metales, aunque no es algo que hayan descubierto por mero accidente.
Como el anterior, existen muchos otros ejemplos en la historia del mundo que nos indican que tal vez las leyendas de nuestros ancestros estén en lo cierto, y la gente que vivió en aquellas épocas ancestrales se haya comunicado con aquellos Seres de Altísima Inteligencia de que hablan las leyendas.
Pero, ¿por qué no se dan hoy éste tipo de contactos en nuestro soglo 21? ¿será posible tener ese tipo de contactos hoy en día?
